Experiencias de viajeros en Irán, No 9
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Experiencias de viajeros en Irán, No 9

Tumbas Aqueménidas

Hay muchas tumbas reales en Asia excavadas sobre roca y muy diversas. Impresionan por la grandiosidad  y monumentalidad las tumbas de los Reyes comerciantes ricos nabateos de Petra, hechas bajo la influencia de los estilos griegos, jónicos y corintio. Todas ellas parecen fachadas grandiosas de templos griegos, con un número de columnas múltiple, pero no aparece ningún nombre, ni epitafio que determine quién yace en ellas. Son pura arquitectura sin historia documentada. Los Reyes nabateos debieron conocer las tumbas  aqueménidas, excavadas cuatro siglos anteriores, en forma de cruz y con historias narradas en ellas.

En Irán sólo hay un mausoleo dedicado al Gran Rey conquistador, Ciro I, en Pasargada. Tampoco es de una monumentalidad faraónica. Hay que correr unos kilómetros para llegar a las tumbas reales Aqueménidas de Naqsh-e Rostam del siglo V (a.C.) y las sasánidas de Naqsh-e Rajab, muy próximas a las Aqueménidas.

Naqsh-e Rostam: Antes de subir un pequeño montículo, desde lejos se contemplan cuatro tumbas y un edificio en forma de cubo, el altar de Zoroastro. Están excavadas en una roca las cuatro y una sin terminar que presumiblemente corresponda a la de Darío III, el último Rey aqueménida asesinado por un sátrapa, después de la derrota de Gaugamela  por Alejandro Magno en el 330 (a.C.) En su corto reinado de seis años no le dio tiempo para terminar su tumba. Las cuatro están alineadas en lo alto del montículo abrupto, simétricas, suavemente esculpidas, totalmente diferentes a las mencionadas nabateas de Petra. En el centro de la cruz está la puerta de entrada a la tumba flanqueada por cuatro columnas semejantes a la Apadana, el Palacio de las audiencias de los reyes aqueménidas del siglo V, un dintel por encima de la puerta lo separa de los relieves fundamentales de la tumba. Siete bajorrelieves, debajo de las tumbas, acompañan a las moradas de Darío I, Jerjes, Artajerjes y Darío II, los grandes Reyes del  siglo V (a.C.). Es la obra funeraria en el valle de los Reyes más poderosos del Imperio persa, extendido desde la lndia hasta Egipto. Estos bajorrelieves son añadidos por la dinastía sasánida.

Llama mucho la atención la  tumba de Darío I. con los bajorrelieves en la parte superior  de la cruz. La gran religiosidad de estos Reyes ,centrada en las creencias del zoroastrismo ,está presente en el bajorrelieve. En la parte izquierda del templo de Zoroastro está de pie Darío con la mano derecha suplicando a Faravahar que le acoja y le reciba en su templo para la eternidad. Faravahar se asoma por fuera del templo, en la parte superior izquierda para recibirle.  Dentro del pequeño templo   están el Fuego y el Sol, símbolos de la religión.

Si fue coronado Rey por el Dios, es preciso que ahora también sea recibido con todos los honores en el mundo de la inmortalidad. Debajo del bajorrelieve están esculpidos los soldados sin lanza, con la espada en la cintura, rindiendo honores fúnebres al difunto, como si fueran plañideras. Todo un símbolo sencillo, y al mismo tiempo conmovedor, representando al Rey suplicante ante su Dios.

Nada de esto había en las majestuosas tumbas nabateas, construidas por Reyes, ricos comerciantes. Los aqueménidas son Reyes de un gran Imperio y ante todo de una gran religiosidad, humildes en el momento de su muerte. Aunque poseían riquezas inconmensurables, no recurrían a ellas en el momento de su muerte como los nabateos.

Naqsh-e Rajab : No muy lejos de las tumbas aqueménidas está el conjunto arqueológico de cuatro bajorrelieves sasánidas del siglo III, también en la provincia de Fars. En una de ellas está el Rey Sapor montado a caballo y dirigiendo una expedición militar, pero la más importante  es la investidura de Ardacher  I. El Rey de nuevo está con Ahura Mazda, pero ahora recibiendo la corona real de manos del propio Dios. Otra vez la conexión con la divinidad, pero ahora en los momentos iniciales del gobierno. Esta conexión de los Reyes con Ahura Mazda perduró durante la dinastía sasánida hasta la conquista de Irán por los musulmanes y demuestra la conexión con el zoroastrismo desde tiempos inmemoriales hasta la introducción  del islam en el siglo VII (d C.) Estas  son las dos religiones de Irán, la última, la del Imán Jomeini.

Firmado:

Arturo Franco, profesor de física y química.

 
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